lunes, 3 de marzo de 2008

Cantos Comprometidos/Del Libro Cantos Comprometidos/Otto Oscar Milanese

Cantos Comprometidos/Del Libro Cantos Comprometidos/Otto Oscar Milanese


Canto primero.

Nací:
La vida me comprometió con la vida.
Mi humanidad,
es un olor tirado en el corazón de las calles,
mi identidad de muchedumbre es un rumor de ciudad que crece con las horas.
Carne,
sudor,
guerra de días que me otorgan o me quitan el aliento.
Sobre las avenidas mojadas,
sombra del aguacero cotidiano del sudor,
respiración,
tacto,
visión,
oído anónimo del mundo que me encierra en la rutina,
paladar de vivencias que se matan entre si.

Canto segundo.

No ha nacido la voz para venderse a quien lo exija;
sólo la conjugación de la realidad y el dolor comprometen.
Si el verbo no se siente como carne viva,
arañazo de sensaciones sobre el alma;
poeta no levante la voz.
Si el dolor ajeno no te llama,
si no duele en ti lo que es angustia de todos,
poeta no levante la voz,
porque toda voz exenta de vida,
será un camino de tropiezos sobre el papel.

Canto tercero.

Y ha nacido esta voz masculinamente anticorreligionaria,
para no morar en registros partidarios,
antidogmatica,
copulación entre el orden divino de las cosas
y el libre albedrío de mi destino;
amor de elegir lo que no han elegido imponerme.

Canto cuarto.

Hasta hoy me llamas Hombre,
Quizás mañana sólo me nombrarás por Consumidor.
Hay un ojo de mundo vigilando,
una mano de intereses que dispone,
un cerebro globalizado que calcula,
una voz que te persigue en la casa a cualquier hora,
y te informa las maravillas que promueve,
han estudiado lo que necesitas,
lo que deberías poseer,
lo que conviene,
la voz de la oferta me vende la vida.

Los comerciales pagan el espacio en la TV;
¿qué será de la vida cuando los comerciales paguen
el espacio que habitamos?

El teléfono vende,
Inversión desastrosa es comprar un artefacto que me venda
una llamada que no espero ni deseo.

Vendeme la vida lavada de mañanas,
la que es un latido de pasos sobre las huellas de ayer,
historia de nosotros,
relato del silencio,
vendeme la vida que se abre en cada respiración
para ser un oleaje de humanidad acentuando lo infinito.

Quinto Canto.


No me enamora esta ciudad,
con su ojo de ladrón,
y su paso de borracho,
no me enamora, y la vivo y la habito y la desando.
No me convence la democracia,
eco del aire que promueve gobiernos subsidiados,
soberanias limitadas,
no me enamora, y la desando, la habito y la vivo.

Sexto canto

Hoy es el momento de la niebla,
hoy es el instante de la lluvia,
para abandonar entre imagenes
la cotidianidad del amor,
y alcanzar en el afán de tu silencio
lo que alcanza una tarjeta de creditos.
Me has aceptado viviendo entre dos signos interrogativos,
¿y qué me darás mañana, el remedo de llegar a donde siempre llego?
Cuando me miro en el espejo de las horas,
la vida es una invitación al desengaño.

Septimo canto.

Vaiven de hastios en la boca de las repeticiones,
el día me vive a tientas sobre un mar de alaridos.
Y no lo quiero ver,
porque es mirar la cara del hambre en la cara de cualquier niño,
y en tanto me embotellas el agua que me vendes,
el agua no lava las miserias de millones de seres.
Y no lo quiero oir,
porque es oir la queja del otro en la miseria que no me roza,
y en tanto me aseguras lo que has llamado vida,
a diario, millones arrastran sus muertes anónimas.
¿Por qué me das un corazón de multitud?,
si soy un latido solitario en la boca de la diurnidad.
¿Qué soy cuando la calle es mi destino?,
¿una aroma Kalvin Klyne?,
¿un color Banana Republic?,
¿la fria carrocería de un Mercedes Benz?
¿Y cuando me tiendes la mano, que soy?,
¿un status social?,
¿una cifra salarial?,
¿un espejo de la auto suficiencia y el éxito?

Canto octavo.

... Pero mi olor es la desnudez,
la tremula piel que abrió su grito a la luz
en un parto de mundo.
Y me he ataviado de elementos
para que el viento me arrastre como sombra de vida
sobre el eco de todo lo que perece.
Porque estoy tendido hacia la sombra del dolor,
orientado hacia tu humanidad que me hizo carne.

Canto noveno.

He aprendido tanto a ir,
que se me olvidó venir a donde mi.

Porque siempre voy,
Porque siempre quieres que vaya,
Y voy,
nunca vengo.
Voy a comprar mi disfráz a la moda,
voy a elegirme un nuevo gobierno,
voy a las mentiras que me vende la publicidad,
voy porque los otros van,
voy a dormir frente a la TV lo que me resta de conciencia,
y leeré tus noticias,
y las comentaré,
obviando que comento lo que no han censurado.
Y embalaré mi equipaje emocional,
para acudir al encuentro de lo permitido,
me daré mujer, casa e hijos,
y me harás ciudadano de la tranquilidad.

Canto decimo.


"El alma que pecare, esa morirá",
y ya he muerto en la codicia de mis ojos,
y muerto soy en el embrión de mis mentiras;
y me ha matado la voz del juramento,
y ya morí entre la envidia y el deseo.
Pero, salgo,
a la vida que me dejas respirar,
creyéndome arquitecto de la vida,
y resucito para el encuentro de mis miserias,
me levanta en cada día la suficiencia de mis actos,
y me erijo en voluntad,
en dirección,
y en destino;
cambio el alma y la vida que me diste
por el alma de un plan y la vida de un proyecto,
y así,
yo,
hombre perfectamente normal y normalmente adocenado,
me erijo en asesino del aire que respiro.

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