martes, 4 de marzo de 2008

Final Del Cuento/Otto Oscar Milanese

Final Del Cuento/Otto Oscar Milanese



Final Del Cuento/Otto Oscar Milanese/De Tres Gotas De Misericordia.

Azua de Compostela, 1984.

Marcelo había madurado cuarenta y cinco días el final de su cuento. La trama fue desarrollándose ligera, sin tropiezos. Gabrielle leía el borrador por las mañanas y comentaba secamente:


- Me parece más la temática de una novelucha policíaca.


Desazonado retardó tres días la continuación del relato. Evadía conversar sobre los temas habituales entre él y Gabrielle, para no recaer en las desalentadoras opiniones referentes a su última historia. Se levantaba de madrugada, y en puntillas - para no despertarla - abandonaba furtivamente el apartamento. A su retorno buscaba los resquicios donde imaginaba que ella no registraría, para guardar las hojas escritas.


- Finalmente mi cuento acabará gustándole - Murmuraba.


Durante los días siguientes, adoptó el mismo régimen de trabajo ferreamente elaborado. El cuento marchaba satisfactoriamente. Sólo hubo complicaciones al inicio. Ahora permitíase sonreír relajado. Los comienzos le resultaban un escollo exasperante. Cuando Gabrielle lo pescaba malhumorado, reía burlonamente, y su preciosa voz se bañaba de sarcasmos.


- ¿ Estás por empezar otro cuento, querido?


Pero todo era cuestión de tenacidad, de perseverancia. Sabía que a la postre, no importa cuantas veces tuviera que rayar o arrugar el papel, enojado, sentiría en íntima comunión consigo, que las frases iniciales habían sido escritas, y luego..., luego gozaría un alivio repartido por todo su cuerpo, desembocando en la mano sostenedora de la pluma, para deslizarse ágilmente sobre el papel. El ritmo quedaba asegurado.


Avistaba la conclusión, y con ella le nacieron interrogantes. Primariamente creía entrever el final sin dificultades: Luego de agotadoras y desquiciantes inquisiciones morales, que le convirtieron la existencia en una densa y nublada pesadilla, el ladrón se entregaría, cuando ya ni las autoridades mismas recordaban el asalto perpetrado a las oficinas centrales del Royal Bank Of Canada. Pensaba ahora, si realmente convenía una entrega voluntaria, o decidirse por un sorpresivo arresto en el domicilio, mientras el birlador se debatía entre la libertad y los remordimientos. Cuarenta y cinco días. Y no volvió a salir sigilosamente hacia las madrugadas. Gabrielle lo sentía al pretil de la cama fumando incansablemente.


- ¿ Piensas en el cuento?


- ¡ Sí! - Dijo él -. Ya me decidí por el final. El hombre se entregará. Encendió la bombilla, buscó el cuento inconcluso y comenzó a escribir. El día estaba próximo. Gabrielle podía olerlo colgado al otro lado de la ventana. Entonces llamaron a la puerta.


- ¿ Quién? . Dijo ella.


- ¡ La policía!

No hay comentarios: