martes, 4 de marzo de 2008

La Miseria/Otto Oscar Milanese

La Miseria/Otto Oscar Milanese


"Ya mi ropita se acabó,
la miseria me agarró,
con dos hijos y mi mujei,
paso los días sin comei,
el conuco lo vendí,
con la pueica to peidí,
el zapato de charol,
eso fue lo que quedó".

Felix López.

Cuentame un merengue.
"Historias sugeridas del merengue.
La Miseria. ( Homenaje a Felix López).
Otto Oscar Milanese.


La Miseria.

Lo dijo colando café, y con un chorrito de voz demasiado triste_. ¿Pero güeno, Confesoi, usté ha pensa’o bien lo que quiere hacei? Po’que a decí ve’da aquí no tamos tan mai que se diga.

Moca se había metido muy adentro de la cibaeña tarde. Arriba, rodaban oscuros nubarrones con rumor de aguaceros.
_ Mira mujei_, dijo el hombre, parándose en el vano de la puerta de la cocina_. Aquí tamos siempre en lo mesmo, rociando ei piso ‘e tierra, pa’ que ei poivo no nos mate.


La cocina, rústica construcción de tablas carcomidas y sin pintar, quedaba separada del resto de la casa, que también había sido construida de madera y repintada por un rojo que ya el tiempo humillaba. Entre la casa y la cocina, semi hundidos en el terroso patio, variosladrillos, salvaban a los moradores de la casa de pisar el fango en tiempo de temporal. Mas allá de la cocina se levantaban dos matas de coco, alrededor de estas, sobre todo en días soleados, corrían enormes ranas lucias, que a veces se aventuraban a traspasar los desportillados muros de la pequeña letrina al fondo del patio.


Romilia aspiraba con fuerza. En el ambiente cargado de electricidad, aguacero y café se confundían en una extraña mezcla agradable. Volvió a aspirar el aroma de aguacero y café, escuchando el inicio del canto de la lluvia cayendo sobre el techo de zinc.


_ ¡ Anjá!_ Exclamó la mujer, vertiendo el aromático líquido en el colador_, lo que usté dice tá bien; pero arrecueídese de que e’te bohío, manque se e’té cayendo e’ de nojotros, y que los muchachos, manque sea rulos, comen.


Confesor tomó el platillo con la diminuta taza que la mujer le tendía. El café humeaba... El aguacero cobraba intensidad. Arriba, sobre el techo de zinc, la sinfonía llegaba a su momento culminante.


_ A usté, mujei, yo dende siempre he desea’o veila como una reina, y ya pu’e vei usté mesma, que pa podei compraile ese pai de zapatos que tanto le gu’tan, e’ mucho lo que hay que sudai.


_ ¡An pue, usté bien sabe que yo no me le quejo, ni le toy pidiendo na’!


Probó el café, y se quedó pensativo_. ¡Concho!_, exclamó de pronto_, ¡Si usté viera lo bien vesti’o que ha veni’o Tiburcio, yo mesmo lo vide ‘onde tío Felo. ¡carajo, si e’ como siempre te lo he dicho, mujei, to’ ei que se va progresa! Yo no sé a que usté le tiene mie’o, si aquí nojotros tamos en la mesma miseria de siempre.

Romilia dejó la taza de café sobre la renegrida superficie de la mesa, y se aprestó a remover las brasas del anafe, procurando que su marido no le viera los ojos acuosos.


_ Mire Confesoi, pa’ que usté sepa, lo de ese tai Tiburcio no e’ ma’ que aguaje. El mesmo tío suyo me lo dijo "Tiburcio ha veni’o muriéndose ‘e jambre; pero vesti’o de casimir, po’que to ei que viene de allá presume de que ta bien, manque se e’té tragando un cable".


_ Pue’ sea ve’da o no lo que dice uste, yo voa probai, mujei. Vamos a dirnos pa’ probai.


El trueno retumbaba lejano, rodaba por las lomas mocanas.
_ Adio, Confesoi_, sonó alarmada la voz de la mujer_, ¿y nue’tro bohío? ¿ Y ei conuco, lo va dejai usté desatendi’o?


El hombre bebió un sorbito de café, y dijo_ ¡Güeno, mujei, ya no se apure usté, que no faitará quien nos dé un pai de pesos por to’ eso!


Romilia se miró las punteras de los zapatos negros. El charol relucía bajo el sol tropical. Las calles dormian bajo el sopor del mediodía. La mujer andaba con la cara mal empolvada y el alma rociada de ansiedad. Pasó frente al billar, y escuchó la ebriedad de las masculinas voces de los jugadores. "Siempre lo mesmo", pensó, apresurando el paso. Sólo en el billar parecía haber vida en el pueblo; pero Romilia ya no escuchaba las disonantes voces, se perdía con su vestido de medio luto, doblando la esquina del colmado. Cabizbaja y apretando el portamonedas contra uno de sus senos.


_ Vengo a vei si usté pu’e convencei al loco de su sobrino, que ya ta dijiendo que va vendei to’, ha’ta la casita que le dejó su taita, pa’ laiganos dizque al extranjero. De pie, miraba al anciano que parecía mal soportar las aletargantes horas del mediodía tropical. La sala amplia, el piso de cemento, limpia y clara. Las paredes pintadas de azul. El mobiliario se reducía a dos viejas mecedoras de caoba, situadas una en frente de la otra, y entre ambas, arrimada a la pared y sin estorbar el paso, una mesita de madera, cubierta con un blanco mantelillo bordado. Sobre la mesita un antiguo radio transmisor; contra la pared opuesta se observaba un viejo sofá de palos que no hacía juego con el par de mecedoras; colgando de un clavo en la pared, el unico cuadro de la estancia, mostraba a una niña sentada, procurando sacarse una espina de los pies.


_ ¡Anda la porra, Romilia_, dijo el anciano, rascándose la nuca, con aire preocupado_, yo ya se lo tengo dicho a ese loco de tu mari’o; pero güeno, sientate mujei, que agora mesmo Tinol nos trae café.


Romilia se dejó caer en el sofa de palos, a sus costados quedaban las puertas, y por sus hojas entreabiertas se filtraba la claridad del sol. El calor era un líquido atormentador entre la mujer y su vestido de medio luto.


_ No se ha cansa’o de repetí que to’ ei que se va progresa... Que hay que vei como vino ese compay de usté, el tai Tiburcio ese, que jata ha llega’o hablando di’tinto y refina’o.


_ ¡Que no me jeringue ei, carajo! Si mi compay Tiburcio lo que vino fue gritando miseria, y pa rematai, Romilia, esa remúa con la que andaba,ni dei era.


Surgió Tinol con aroma de café dominicano. Tinol con la bandeja en las manos y la expresión tímida en el rostro, pidiendo permiso y ofreciendo la aromática bebida. Llevaba un vestido de una sola pieza, todo en ella anunciaba la adolescencia y el campo cibaeño.


_ ¡An pue’_, dijo Romilia, inclinando el busto hacia delante, y tomando la humeante taza de café_, si yo también se lo ha dicho bien clarito, y na’ de querei cree’me!


Felo se sentó en la mecedora. La taza de café en las manos. Tinol se retiró tan tímidamente como surgió.


_ Yo voa conveisai con ei, manque no le prometo na’, Romilia, po’que usté mesma sabe que cuando se le mete una vaina en la cabeza...


Romilia se levantó. Había consumido el café, y se disponía a retirarse. Tinol regresó como una sombra y tomó la taza vacía que le tendía la mujer.


_ Mucha’ gracia’ de to’a manera, Felo. Yo voa rezai pa’ que la virgen de Aitagracia me lo ilumine y pue’a usté convenceilo.
Confesor lo había decidido. Su tío Felo le ofreció buenos motivos para que no abandonara el país; pero él, pacientemente fue exponiendo sus razones, y Felo presintió el día en que, desde la puerta de su casa lo vería caminar por la polvorienta calle. Él, con paso firme, cargando la pequeña maleta, y ella detrás, con su vestido de medio luto y sus zapatos de charol, asiendo a los niños de las manos, y llorando un adios que va tirando con las manos a los vecinos; mirando por entre las lágrimas cada casa del barrio, como queriendo ubicarlas en el almapara posteriores recuerdos; adios, adios, y a su paso le duele cada puerta de cercado, cada voz de comadre que le desea buena suerte; adios, adios, casi gritado entre la vieja calle pueblerina y la placita en donde abordaría el minibus que los llevaría a la capital; adios a la pulpería, adios a don Feloque los miradesde las entornadas hojas de puerta de su bohío, con la aldaba empuñada, y la angustia como una opresión incierta entre alma y corazón, como si anticipara el momento en que Tinol le lee el papelito quele mandara su sobrino "No tenemos na’", "no tenemos na’, y pa’ sopoitai yo sólo la miseria, tá bien, ombe; pero no aguaito vei a Romilia y a los muchachos pasando jambre. Usté taba en lo cierto, manque agora e’ taide ya. Yo he peidio to’, tío, y lo peoi e’ que Romilia habla sola con esos maiditos zapatos ‘e charoi que duran ma’ que la mesma miseria"!

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