martes, 4 de marzo de 2008

El Vironay/Otto Oscar Milanese

El Vironay/Otto Oscar Milanese



"El juego del vironay
es un juego popular,
se gana mucho dinero,
sin tener que trabajar".

Rafael Ignacio.



Cuentame un merengue.
"Historias Sugeridas del Merengue".
El vironay. ( Homenaje a Rafael Ignacio ).
Otto Oscar Milanese.

Tatico salió a pie desde Licey para Santiago, con una sola resolución: Jugarse al vironay el rastrojo de miserable
existencia que amargamente estallaba en su boca con un regusto a locrio de pica-pica. Dejó atrás el caserío, y las carreras de muchachos encueros, con el pelo ensortijado y los mocos resecos. Atrás quedó la vieja pulpería de madera, y los "apuntame ahí tres cheles de azúcar, y medio vidrio de aceite".

Olió el mediodía, y removió el chelerío deseando llenar los bolsillos con musicalidades de metálicas esperanzas. ¡"O to’ o na"!, gritó al camino, y se le ocurrió pensar que a esa hora Josefa apeaba la paila de locrio del fogón. ¡"O to’ o na’, conchole,manque Josefa jama’ me peidone si pieido! ¡Pero po’que voa tené que peidei, conchole"! El Hospedaje dormitaba la siesta. Cuando Tatico llegó, habían tránscurrido las matinales horas en las que las comadres cuchilleaban de un puesto a otro, mientras llenaban sus macutos de platanos, rulos, vegetales y frutas.

- Güeno, don Eladio- le dijo Tatico a un hombre que estaba detenido frente a una pila de naranjas-, hoy que he veni’o con mis chelitos, parece que naide juega en El Hospedaje.

Don Eladio espantó de un manotazo las moscas que revoloteaban sobre su cabeza.

- ¡Ah, caray, vale Tatico, no diga usté esa vaina ombe! Aquí en El Hospedaje, to’ ei que quieraapostai sus chelitos, juega poi que juega; manque asi no lo quiera la mesma guaidia. Véngase pa’ acá- dijo don Eladio, sacando de sus bolsillos tres dados, y moviéndolos sonoramente en un puño-. ¡O se vira usté, o me viro yo, vale Tatico. ¿De a cuanto vamo’ a di?

Tatico removió los cheles en el bolsillo. El recuerdo del locrio le subió a la boca con un sonoro erupto.- Ta’ güeno de a peseta, don Eladio. Na’ ma’ pa’ comenzai.

- Pue’ si no quiere metei ma’-dijo don Eladio-, antoces con eso ta’ güeno pal comienzo. Me voa a virá en el cinco, vale Tatico-. Se acuclilló y puso sus veinticinco centavos en el suelo.

Tatico depositó su peseta al lado de la de don Eladio-. Yo le voa a di al tre’, don Eladio.

Eladio le tendió un dado a Tatico-. El que saque el número más alto, tira de primero-. Dijo, sobándose las manos, luego se las sopló, y removiéndo el dado lo arrojó.

- ¡Cuatro!- Exclamó don Eladio-. ¡No ta’ mal!


Tatico movió su dado, y antes de tirarlo dijo:- Si acaso vemos vení la patrulla, gana el que va arriba.

- Ta’ güeno-. Aprobó don Eladio, en el momento que Tatico arrojaba el dado.

- ¡Uno!- Cantó desanimado Tatico-. A usté le toca viraise primero.

La pila de naranjas ocultaba a los dos jugadores acuclillados. La nublada tarde del Hospedaje santiaguero olía a cebollas y a verduras podridas. Don Eladio removía los dados entre sus dos puños unidos. Los abrió encima del píso.

- ¡Dos, seís, y uno!- Cantó alegremente Tatico, recogiéndo los dados con una mano.


Tatico entrechocaba los dados en su puño, "tengo que redoblai los chelitos que he trai’o", pensó, embelesado con el sonido de los dados, "si no, que la virgen de Aitagracia meta su mano, po’que no sé que vamo’ a comei mañana". Tiró los dados...


Sobre el suelo cibaeño, la pareja de tres le sonrió a Tatico. Recogió los centavos con visible alegría.


- Hoy como que ta’ usté en su día, vale Tatico- dijo don Eladio-. ¿Po‘qué no vamo’ la mano de a peso, ombe?


- Vamo’la de a peso, don Eladio- convino Tatico,depositando cuatro pesetas sobre el suelo-. Usté tira primero.


Crecía el monto de las apuestas, la suerte cambiaba de un jugador a otro. ¡"O to’ o na’, manque me mate Josefa"! Pensaba Tatico, cuando la buena fortuna le abandonaba. Si perdía esa baza, disponía de dinero para una vuelta más, y procuraba que don Eladio no lo descubriera. La imágen de Josefa, trajinando sin descanso,y metida secamente dentro de sus andrajos le llegaba más nitida, mas dolorosa. "Si piedo,no sé con que cara voa regresai a ónde la probe Josefa allá en Licey".


- Le voa dí al seís-. Dijo Tatico, moviendo los dados, y los tiró.


- ¡Pareja de uno!-. Cantó don Eladio, y recogió los dados sin perturbarse ante la aflicción que emergía en el rostro de Tatico-. !Yo me voa virá en el cuatro!


Don Eladio parecía eternizar el momento removiendo los dados, anticipadamente degustaba la victoria. Tatico notó con tristeza que sus bolsillos ya no pesaban tanto. "Ya sólo me quedan un pai de cheles", pensó, y vió como don Eladio soltaba los dados. Rodaron sobre la tierra cibaeña, y vió caer un cuatro y un dos; pero el tercer dado tardó un poco más en detenerse. Apenas pudo ver caer lo que le pareció otro cuatro. Don Eladio recogió apresuradamente el dinero y los dados, echándose a correr gritando:

- ¡Vamonos que ahí viene la guaidia!


Corriendo, Tatico sintió como una burla los pocos chelitos que al compás de la carrera golpeaban sus muslos, "Otra vez voa cojé fiao en la pulpería, o Josefa no va prendé ei fogón mañana", pensó, sin ver que don Eladio, al verle correr, se había devuelto y le enrostraba al guardia:


- Casi llega taide otra vez, cabo. Dende hacía rato tenía despluma’o a ese.

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