martes, 4 de marzo de 2008

La Batuta/Otto Oscar Milanese

La Batuta/Otto Oscar Milanese


"Cuando la gente de Azua
vio a Casimiro caer,
le llevaron la noticia
al general Luis Pelletier,
y al recibir la noticia,
el general contesto,
salvese todo el que pueda
porque ya Horacio cayo.
Se va Horacio, se va,
se va el general Luis,
ya tiene la batuta,
Alejandrito Gil".

Emilio A. Morel.

Cuentame un merengue.
Historias sugeridas de merengue. (Homenaje a Emilio A. Morel).
Merengue La batuta.
Otto Oscar Milanese.




Debajo de las impasibles miradas de los retratos de los Padres de la Patria, el presidente Horacio Vázquez pela naranjas con movimientos parsimoniosos.


- ¡No se lo podía permitir! - murmura el presidente Vázquez, y pasa suavemente el envés de la mano por la cuidada barbita. Un engañoso aire de debilidad persigue al hombre que se opusiera ferreamente al dictador "Lilís", hasta que el histórico revolver de su primo, Ramón, "Món", Cáceres,espantó la tranquilidad de las cibaeñas calles mocanas, y la nube negra de Ulises Hereaux se deshizo definitivamente en aquel 26 de julio de 1899.


En la casa presidencial, entre un decreto y otro, el presidente Horacio Vázquez monda naranjas. La patria, cuando lo imaginaría Juan Pablo, el bueno de Duarte, la patria huele a zumo de chinas, ahí,bajo las mismas presidenciales narices de Horacio Vázquez. Con aire despreocupado observa las paredes de su despacho. Ahí está el olorcito, enredándosele a la barbita.


- No se lo podía permitir - repite con entonación decidida el presidente Horacio Vázquez. Rememora el vano intento del general Wenceslao Figuereo por permanecer en el poder -. Haberlo dejado ahí arriba, era tanto como continuar el lilisismo sin "Lilís"!


La violencia de las balas acaban con "El Pacificador Lilís" en Moca. La República entra súbitamente a un período tan inestable, como el que atravesara antes de que la mano dura de "Lilís" dirigiera la nación. Las instituciones democráticas, implantadas tras la independencia en 1844, apenas pueden sostenerse por si mismas, y acusan los efectos de las pugnas entre Francia, Inglaterra y Los Estados Unidos de Norte América, por ostentar el liderazgo sobre la política y la economía deominicana. En tales circunstancias, Horacio Vazquez y su primo, Ramón, "Món" Cáceres, toman la cibaeña ciudad de San Francisco de Macorís, y la revolución germina en toda la comarca.


¡Todo el Cibao pelea! ¡El general Wenceslao Figuereo se tambalea, pero no cederá facilmente! Grupos de exiliados antililisistas cruzan la frontera desde Haití, y se apoderan de la liniera ciudad de Dajabón. Wenceslao Figuereo está perdido, y lo sabe, pero, renuente a dimitir, llama ante su presencia a los generales Miguel Pichardo y Pedro Pepín.


- Allá en Dajabón - dijo el presidente Wenceslao Figuereo, despojándose de los espejuelos para limpiarlos -, están nuestros enemigos de siempre: Los generales Andrés Navarro, Higínio Arvelo, Pablo Reyes y Leoncio Roca, decididos a borrar para siempre la obra de "Lilís".


Militarmente cuadrados, escuchan al presidente. -¿ Cuales son sus ordenes, Excelencia? -Preguntó el general Miguel Pichardo.
_ Sofocar a toda costa el conato de rebeldía. Si logramos pacificar el Cibao, este gobierno se afianzará.


Pero no se pacifica el Cibao ni el gobierno de Wenceslao se afianza. Los esfuerzos de los generales Pedro Pepín y Miguel pichardo para sostener el gobierno, resultan inutiles. Todo es en vano, históricamente el lilisismo debe morir con "Lilís" en Moca, y a manos de Ramón, "Món" Caceres, quien entra a la historia por el estampido de una bala que quiebra la tranquilidad mocana, que conmociona al Cibao, que estremece a todo el país. Todo esta perdido! No habrá lilisismo sin "Lilis". La Vega y MonteCristi caen en manos revolucionarias. Santiago de los Caballeros, segunda capital del país, se rinde ante el empuje antililisista, y hasta allá llega Horacio Vázquez, y su inconfundible aroma a chinas, instala un gobierno provisional, reconociendo las bien puestas braguetas de Ramón, "Món"Cáceres, al designarlo como Ministro de Guerra.

La Guardia de Ramón, Mon, Cáceres.
A Juán Isidro Jiménes, un poderoso comerciante de la liniera ciudad de MonteCristi, lo encumbró Horacio Vázquez en la presidencia del país, convirtiéndolo en el primer ciudadano civil que durante mucho tiempo gobernara la nación; pero el mismo Horacio Vázquez, apoyado por Ramón, "Món",Cáceres, derroca al "Bolo" de Juán Isidro Jiménes. El mismo "Coludo" Vázquez atiborra de presos políticos las carceles del país; del país que baila y bebe en las galleras y va contoneándose por las calles en traseros mulatos, mientras Horacio Vázquez pela chinas y ordena, sin olvidar el campesino espiritu de esos gritos que demandan ¡"Abajo to' el que suba, coño"! Ese abajo to' el que suba lo comprende perfectamente Horacio Vázquez, en una época en la que abundan los generales, y se pelea por la patria bajo los cálidos efectos de abocarse a la mamajuana. Por eso no sorprende al caudillo "Coludo" que el general Andrés Navarro se levante en armas, allá en la fronteriza ciudad de MonteCristi. Monda chinas, Horacio, y piensa que el general Navarro se alocó.


- ¡Desafiar al Delegado de este gobierno en el Cibao, es vaina de loco!-. Habla consigo mismo el presidente Vázquez, paseándose de un lado a otro en su despacho.


¡"Definitivamente", piensa el presidente Vázquez, "el general Navarro está loco, ombe! Y "Moncito",sí, mi primo "Món" ha de meter en cintura a Navarro y a todo el que le siga allá en San Fernándo de MonteCristi". Había que dejar bien clarito que el gobierno del zumo de china y de la grisacea barbita de chivo, era un gobierno de respeto, además, hasta la misma virgencita de Altagracia, como que también tenía su olorcito a chinas, y estaba de parte del bando de "los coludos".


"Món", el compadre, "Moncito", el de pistolas y polainas destinadas para poéticas tramas de la patria,no puede contener la rebelión en la liniera ciudad de San Fernándo de MonteCristi, mientras Horacio "el Coludo" Vázquez con el estomago timbí, monda naranjas como si nada en la capital de la República. "Món" no ha perdido la guerra", piensa el presidente, conlos ojos acuosos por el zumo de la china.


- El gobierno es fuerte en el sur, con el general Luis Pelletier en Azua_, murmura Horacio Vázquez. Desde la pared le observan los inexpresivos ojos de los Padres de laPatria. Ojos de retratos que parecen mirar más allá del caudillo aficionado a las naranjas. Allá en monte adentro, donde llora la miseria en los bohíos campesinos, cuando a la vuelta del conuco los Dionisio, los Elpidio y los Milcíades tienden sus fatigadas anatomías en los rincones del hambre, y las Dolores encienden fogones; las Altagracia cortan cuaba o las Eduvige pelan platanos y rulos, y para el "Coludo" Vázquez na' es na',porque esa será siempre la más comoda filosofía presidencial. "Si me tumban", piensa Horacio Vázquez,"ahí está Puerto Rico a vuelo de pájaro". Y na' es na' si lo tumban, si "Món" no puede con esos locos que se han pronunciado en armas contra el gobierno, na' es na' porque él, el "Coludo" presidente Vázquez podría largarse tranquilamente del país. Que se queden los que montan mulos y van y vienen del conuco,que se queden las que cortan cuaba, las que encienden fogones, y soplan brasas con cartones mugrosos. Na' es na', y él, como cualquier otro presidente que le suceda, siempre podría marcharse ; pero para que preocuparse, si el este lo respalda, si por el sur está seguro con Luis Pelletier en Azua de Compostela, y sobre todo, su primo "Món", si "Moncito", arreglará todo ese traqueteo en el Cibao.

Mientras el presidente Horacio Vázquez piensa en Santo Domingo de Guzmán, que toda solución está en las manos de su primo "Món" Cáceres, en la sureña provincia de Azua de Compostela, imperterrito y luciendo una golilla roja, el general Luis Pelletier saca a la calzada una vieja mecedora de caoba y espanta el calor azuano con un abanico español. Allá en la vieja ciudad del Vía, los azuanos saben que la situación es critica, porque cuando el general Luis Pelletier se viste con golilla roja, es mejor caminar por la calzada de al frente. Las noticias que han tornado hosco el semblante del general Luis no son agradables para los simpatizantes del presidente Vázquez. "Món" Cáceres, con todo y su temarario valor, que resaltaran luego los poetas de la patria, no puede contener el histórico traqueteo cibaeño que se multiplica, y mientrasel presidente Horacio Vázquez monda chinas en su despacho, y el general Luis se abanica, casi rabiosamente en la soporifera tarde azuana, en la cibaeña ciudad de Salcedo se pelea, en San Francisco de Macorís, turbas enardecidas piden que se vayan "los coludos", y en Concepción de La Vega el pueblo se tira a la calle. El Cibao está en pie de guerra, el segundo gobierno de Horacio Vázquez está próximo a sucumbir; pero el caudillo "Coludo" viaja al cibaeño corazón de Santiago de los treinta Caballeros, y mientras el país arde, se empecina en buscar con "Món", el candidato "Coludo" para las elecciones próximas.


Alejandro Woss y Gil, el mismo general Woss y Gil a quien "El Pacificador" llevara a la presidencia en 1885, año en que el general Césareo Guillermo sitia a la histórica ciudad sureña de Azua de Compostela, y fue necesario que el mismo "Pacificador Lilís" en persona, al mando del ejército, fuera a desalojar al general Guillermo. Ahora, mientras los primos Vázquez y "Món" buscan candidatos "Coludos" allá en Santiago, el ex secretario de Cesáreo Guillermo irrumpe violentamente en la Fortaleza Ozama.


- ¡ Armas para los presos! -. Suena como trueno la demanda del general Alejandro Woss y Gil, dentro de los coloniales muros de la Fortaleza Ozama.

La noticia se dispara en tres direcciones, abarcando el territorio de la República. En Santiago, "Món" y Vázquez se enteran de que la artillería del Crucero Independencia abrió fuego contra los rebeldes que han tomado la Fortaleza Ozama. El general Woss y Gil libera a los presos comunes y los lanza a las calles. Los lanza a todo un mes de tiros en las esquinas capitaleñas, a todo un mes de gobierno de nadie. Tiembla el país. San Carlos es incendiado, arrasado. Se estremece la isla, enmudecen mercados y galleras, y en los campos callan carabinés y mangulinas. El hombre de confianza de "Món" Cáceres, Aquiles Alvarez cae peleando en la capital.Vázquez se sostiene a duras penas; pero el golpe de gracia para el gobierno del zumo de china, se lo propinan cuando anuncian la caída del Ministro de Interior y Policia, Casimiro Cordero. Entonces, como un agorero epitafio para el gobierno "Coludo", el general Luis Pelletier advierte en la sureña ciudad de Azua:


- ¡ Salvese quien pueda, ha caído Horacio!

No hay comentarios: