lunes, 10 de marzo de 2008

El Espejo De Clara

El Espejo De Clara

El Espejo De Clara
Otto Oscar Milanese
Del Libro Inédito "Un Momento En La Pared".

Inicialmente no lo asoció; pero la sensación depresiva surgió con la primera ojeada que se dio en el espejo. Esa tarde llegó felíz de tenerlo. Le había costado un paseo por la octava avenida de Brooklyn, y unos setenta y cinco dolares para que le quitaran el viejo barnizado de caoba, y le dieran un color mas a tono con el mobiliario de su alcoba. Ahora, mirándose por primera vez en el, toda la tarde de tres días atrás se le metía de nuevo en el alma: la lluvia floja, remisa, el húmedo olor de la avenida solitaria en un crepúsculo otoñal de hojas mojadas sobre la calzada.


¡Y no tenía motivos para deprimirse! ¡No, no los había! Los espejos no deprimen a la edad de Clara, cuando aún puede intentar un nuevo bosquejo de sonrisa, alisándose la cabellera, acentuando el maquillaje, o simplemente cuando se mira por mirarse y el cristal se le antoja un eco de frases masculinas que en tantas ocasiones ha propiciado su paso.


Pero ya estaba triste. Y no era ella. Sabía que no era ella la dueña de esa tristeza tan sutil que la sobrecoge y transforma la armonía de su rostro en una mueca sobre el espejo. A lo peor, y así debía ser, así tenía que ser, se trataba unicamente de la remembranza del momento en que lo encontró abandonado frente al jardincillo frontal de una residencia. Lo vio y le gustó. Lucía un poco estropeado, el barniz rayado, el cristal opaco por el polvo denunciando largo encierro en un sotano. "Me gusta", pensó Clara, "es antiguo, me gusta", y sin dubitar sacó el celular de su bolso para llamar un taxi.


En el asiento trasero del taxi fue que lo pensó la primera vez. Imaginó a la ex dueña del espejo, y por su mente se dibujaron simultaneamente una serie de rostros que pertenecían a una misma mujer. Era como si viera al mismo tiempo todas las edades de una misma persona. Como si todas sus caras se fundieran en una al mismo tiempo, y ahora, en el momento que se mira, el espejo como un ojo impasible, como una mirada fija, parece confirmarle sus pensamientos en el taxi.

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