lunes, 25 de febrero de 2008

Una actitud desfasada

Una Actitud Desfasada II/Otto Oscar Milanese

Una actitud desfasada ( II).

"La Población dominicana parece olvidar a veces sus propias raíces étnicas".

Otto Oscar Milanese

The Eagle the Valley Hudson/December 2000

La anacrónica actitud que guarda el dominicano frente a los habitantes de Haití, revela profundamente una serie de aspectos, de entre los cuales procuraremos analizar brevemente dos, por su gran incidencia psicológica en la vida cotidiana dominicana.

El primero de estos aspectos es la ignorancia en la que se ha querido sumir al pueblo dominicano durante décadas y décadas, en lo referente a todo lo que se relacione con los hermanos de Haití. Esta ignorancia ha sido constantemente reforzada por una serie de leyendas y tabues que con frecuencia corren de un pueblo a otro entre los niños y adolescentes dominicanos. Una de las primeras actitudes negativas que tiende a desarrollar el dominicano frente a los haitianos, es el miedo. Un miedo ancestral, basado en el temor hacia los ritos de hechicería, que usualmente se le atribuye practicar a los habitantes de Haití. La ignorancia, dirigida a tergiversar completamente la realidad, ha sido tan absoluta, que los mapas dominicanos no incluyen como frontera el territorio del país vecino. Durante los primeros años escolares, los dominicanos captamos la falsa visión de que la isla de La Española o de Santo Domingo acaba en lo que es la frontera con Haití. En aquellos viejos cuadernos de antes, en donde aparecía el mapa en la contraportada y numerando las entonces 27 provincias dominicanas con el digito correspondiente a la serie de la cedula de identidad dominicana, no aparecía ni sombra del vecino territorio. Hemos vivido de espaldas a Haití desde más de un siglo. Sin embargo, la hermana República de Haití está ahí, es una realidad tan fuerte, como su misma suerte de país pobre, el más empobrecido de América; pero aparentemente e inocultablemente, es una realidad molesta, a la que -no el pueblo dominicano-, sino ciertos sectores del pueblo dominicano, y por desgracia los más poderosos, esos mismos que pueden distrubir cuadernos con mapas cercenados, prefieren eludir, para llevarnos a todos a vivir de espaldas a esta.

El otro aspecto revelador que desempolva el antihaitianismo desfasado, es nuestra carencia de identidad cultural. En un país donde el tirano Trujillo oficializó el inexistente color "indio", para evitar lo más posible la denominación de "negro" en la tarjeta de identidad personal, el irracional racismo del dominicano ha cobrado fuerza.

La población dominicana, compuesta esencialmente por mulatos, parece marchar de espaldas a sus propias raíces étnicas, en las que se entreveran los rasgos y costumbres de la cultura española con los del Africa.

En varios monitoreos realizados en los primeros meses del año 2000 con diversos canales de TV dominicanos, se comprobó, que la presencia de la persona de color negro en los comerciales televisivos de Rep. Dominicana, era casi nula. Este problema se extiende a todos los sectores del país, y arropa a Las Artes, porque incluso, las manifestaciones artísticas genuinamente dominicanas, y genuinamente con raíces africanas, reciben menos apoyo y difusión que las demás en nuestro país.

Es justo reconocer, que poco o mucho, han existido gobiernos dominicanos preocupados por mejorar esta situación, e incluso han implementado programas en la frontera dominico-haitiana, tendientes a mejorar, no sólo las relaciones de un Estado y otro, sino a transformar la visión que mucha gente, producto de años y años, negativamente poseen sobre los hermanos de Haití.

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