lunes, 25 de febrero de 2008

Presentimiento Metapoético Del Corazón/Crítica De Orlando Alcántara

Presentimiento Metapoético Del Corazón/Crítica De Orlando Alcántara



Ensayos Metapoéticos II ( por: jesucristo | Género: Ensayo ) Orlando Alcantara

Otto Oscar Milanese:
Presentimiento Metapoético del Corazón (Antología de metapoemas: "Metapoesía De Mi")
(Voz Lírica En Sus Adentros)


I.- Movimiento Inicial:

Atiende, corazón.
Por: Otto Oscar Milanese.

Atiende, corazón, esa voz va creciendo,
va abriendo estrías de sensaciones en la carne;
es voz de corazón que se te hermana,
atiende y escucha cómo la vida es un grito en el abismo,
vértigo de corazón frente a un instante,
repara en cada eco del rumor.
Y luego de mojarte el aguacero de emociones,
cuando pretendas ser un sol dentro del pecho,
por cada latido dame una boca que muerda
el alarido de todo lo que fuimos tú y yo.


Necesito a veces no necesitarme.
Por: Otto Oscar Milanese.

Tendido sobre palpitaciones nocturnas
me reedita la noche en las memorias;
vaharadas de tiempos concluidos
me arrojan a la vida de las calles,
tatuada de almas trémulas, la piel
es un llanto disfrazado del olvido.
Voz: lluvia de rasguños
que brotando del andrajo de las penas,
engalanan de frases pordioseras a este papel.
Voz: espacio para la sombra del alma,
cuando el alma es un reclamo desoído.
Yo soy de las calles
y son callejeros
los acentos de crepúsculos que me arriman a la angustia.
De calles y miserias
es el mañana de mis ojos,
un sueño bostezado en las esquinas,
un diario subsistir de humanidad.
Excavando a dentelladas nochesidas,
todo lo que rozo es la resaca
de un puñado de sensaciones infinitas;
latigazos de auroras similares
es el aliento que me asombra de existencia,
como un cansancio del invierno a plena calle.
Necesito a veces no necesitarme,
irrumpir con ciega rabia a la cotidianidad,
lavar mi voz de hombre con los ecos de la infancia.


Para que este corazón.
Por: Otto Oscar Milanese.

Para que este corazón abra la tierra
con sus ríos de latidos que han asilado
cada sensación que ha conocido,
cada emoción que lo ha enamorado,
es preciso arañar la sombra besada
por la vida a borbotones que ha dejado ir.
Y subir por las raíces a los días,
y correr en la prisa de otros años,
cuando el paso de todo lo que fue un deseo,
se hizo vuelo del sueño que hoy despierta a la realidad.
Y en las ganas de ser todo lo perseguido,
anochece el corazón hendiendo brumas.
Porque al fin, eso que ha sentido,
sólo es grito encarcelado bajo un pecho,
y las ansias inatrapables seguirán volando,
por más que el corazón acelere el paso.


Soy yo mismo.
Por: Otto Oscar Milanese.

Soy yo mismo,
disparado en todas las direcciones del Cosmos,
existiendo en el aliento de mis avatares de hombre.
Soy yo mismo,
cuando duele lo indescifrable
y sobre mi cuerpo la lluvia es una mordida de ancestrales nostalgias.
Porque abro al Universo mis sueños más cotidianos,
y mi olor a humanidad salta de un momento a otro,
soy yo mismo cuando lo que hago es vida,
me convierte en vida,
y sólo puedo ser entendido desde mí.
Dos angustias son mis manos abriendo el instante de las puertas,
para entrar a otra realidad como llegando al mundo,
con un río de sensaciones castigadas por el tiempo,
para ser un hombre nuevo cada vez que me levanto.


Metapoema Presentido.
Por: Otto Oscar Milanese.

A cuáles palabras apelaría
para soñar el metapoema, que al conocerte
la misma vida soñó,
si en estas memorias las frases que sueñan,
las soñaste en mi boca,
cuando aún era nuestra esa pira de urgencias
en que nos convertía una mutua pasión.
Hoy sólo somos lo que deja el tiempo,
un sabor de entrega consumada y vieja
retenidas en las manos que al acariciarte un día
soñaban el momento del metapoema.

II.- Movimiento Final:
Otto Oscar Milanese es el metapoeta que le canta al corazón como en un susurro, como en un lamento, como en un despertarcontinuo de la auto-consciencia. Otto es sobriedad lírica en el metapoema presentido que lleva dentro y que intenta siempre aflorar como taumaturgo, como albacea, como indómito dueño de la palabra sueño. Otto es el metapoeta de las ternezas, de la preocupación hóndica, del constante cuestionamiento de la cotidianidad, del alba y de las cadencias del despertar atávico. Otto es el metapoeta que nos dice: “Atiende y escucha cómo la vida es un grito en el abismo, / vértigo de corazón frente a un instante”. Otto es el metapoeta del vértigo, quien no teme preguntarle corazonadas e intuiciones a su propio corazón en fuga, a su propia otredad hilvanada en el recuerdo, a su propia mismidad reflejada en el espejo. Otto es el metapoeta que dice: “Y luego de mojarte el aguacero de emociones, / cuando pretendas ser un sol dentro del pecho, / por cada latido dame una boca que muerda / el alarido de todo lo que fuimos tú y yo.”. Ese es Otto Oscar Milanese. Con nombre sonoro y todo. Con nombre metapoético y abolengo itálico. Con nombre áulico y realeza a flor de piel. Ese es Otto. Milanese dice: “Tendido sobre palpitaciones nocturnas / me reedita la noche en las memorias”. Se siente consciente de que la noche es testigo de su identidad, de su existencia más allá del hastío y las desavenencias, de sus vivencias aladas en subterfugios de fuego. Otto es el metapoeta de la sensibilidad a flor de piel. Es el metapoeta lírico de pies a cabeza. Su voz lírica resuena en sus metapoemas amánticos, buscando el hallazgo presencial de la memoria epocal. Así es Otto Oscar. Así es Otto. Así es Milanese. Nos dice: “Vaharadas de tiempos concluidos / me arrojan a la vida de las calles”. Y en esa vida de las calles, Otto es otoñal y en esas vaharadas de tiempos concluidos Otto se sabe sideral, telúrico y compacto. Su estro palpita en cada gesto. Su pasión es incesante como la vida misma. Su decir es hóndico como cualquier metapoema. Sus destellos líricos son los mejores amanuenses de un metapoetizar en cierne. Otto nos dice: “De calles y miserias / es el mañana de mis ojos, / un sueño bostezado en las esquinas, / un diario subsistir de humanidad”. Y esa humanidad es la que hace grande a Otto Oscar Milanese. Esa es la misma humanidad que hace vibrar su lira, su continuo y constante metapoetizar la realidad inhóspita, su devenir entronizado en su meta-verbo. Otto nos confiesa: “Necesito a vecesno necesitarme, / irrumpir con ciega rabia a la cotidianidad, / lavar mi voz de hombre con los ecosdela infancia”. El verso memorable resulta ser: “Irrumpir con ciega rabia a la cotidianidad”. Esa irrupción es con toda ingenuidad y con toda sinceridad un desquiciamiento al no-ser de ser-metapoeta, al ser de no-ser metapoeta, a la seidad de saberse humano, demasiado humano, desaforadamente humano, humano en necesidad de redención, de salvación eterna que sólo Jesucristo puede dar. Otto nos revela: “Porque al fin, eso que ha sentido, (el corazón) / sólo es grito encarcelado bajo un pecho, / y las ansias inatrapables seguirán volando, / por más que el corazón acelere el paso”. Y continúa cantándole al corazón y al cantarle al corazón nunca cesa, pues Otto es sensibilidad sensible sensibilizada. Otto es así. Puro corazón. Puro desgaire. Puro donaire. Nos dice: “Soy yo mismo, / disparado en todas las direcciones del Cosmos, / existiendo en el aliento de mis avatares de hombre”. Aquí Otto se asemeja a un Walt Whitman pos-moderno y así nos delata como simples seres humanos. Parece como si hiciera un nuevo “Canto A Mí Mismo” con otra voz, con otras melodías, con otro acento. Otto continúa en la misma tesitura: “Porque abro al Universo mis sueños más cotidianos, / y mi olor a humanidad salta de un momento a otro, / soy yo mismo cuando lo que hago es vida, / me convierte en vida, / y sólo puedo ser entendido desde mí”. Otto es vivencial hasta la médula. Es ecléctico como se debe ser. Es humano y en su humanidad aflora la vida misma sabiéndose argonauta de la cotidianidad más ubérrima. Por eso nos dice: “Dos angustias son mis manos abriendo el instante de las puertas, / para entrar a otra realidad como llegando al mundo, / con un río de sensaciones castigadas por el tiempo, / para ser un hombre nuevo cada vez que me levanto”. Y cuando Otto Oscar Milanese presiente el metapoema, entonces su voz se torna en verso y nos hace partícipe de su preocupación nueva: “A cuáles palabras apelaría / para soñar el metapoema, que al conocerte / la misma vida soñó, / si en estas memorias las frases que sueñan, / las soñaste en mi boca, / cuando aún era nuestra esa pira de urgencias / en que nos convertía una mutua pasión”. Otto seguirá hurgando en su corazón los motivos del metapoema y de seguro dará con un mundo rebosante de nuevas motivaciones, de nuevos bríos, de nuevas corazonadas. Porque Otto sabe ser creativo y es original a toda prueba. ¡Otto Oscar Milanese, un cosmos, un metapoeta alado en lontananza!


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