lunes, 25 de febrero de 2008

Batalla del 19 de Marzo/Otto Oscar Milanese

Batalla Del 19 De Marzo/Carta Al Dr. Antonio Estevez Fortuna.

Apreciado Dr. Antonio Estevez Fortuna, aunque con ligero retraso, procedo a relatarle lo que he conocido sobre La Batalla del 19 de Marzo de 1844. La primera noción que tuve sobre esta importante fecha en la historia de nuestro país se debió a mi nacimiento en el barrio La Placeta, de Azua, en cuyo vecindario discurrieron importantes y decisivos hechos de la batalla que nos ocupa. En mi infancia, recuerdo el despertar sobresaltado que tenía cada 19 de marzo, por los tempranos 21 cañonazos que desde La Fortaleza de la ciudad disparaban, saludando un aniversario más de esta gesta.

El aparato militar que entonces armaba el gobierno del extinto Dr. Joaquín Balaguer, deslumbraba mis ojos de niño. La ciudad entera era militarizada, y sobre todo el sector de La Placeta, desde el 18 de marzo, debido a la presencia en los actos conmemorativos del Presidente de La República. Y aún, sin tener conocimiento real sobre tal celebración, ya intuía la importancia de la misma, por el despliegue de campesinos de todos los puntos de la provincia de Azua. Entonces, y esto con los años me ha llenado de orgullo, y amar más a mi gente, pensaba que tal manifestación de masas obedecía a un motivo político, y que la presencia de toda esa gente, sudorosa, hambrienta, obedecía a que seguían al caudillo reformista; pero el tiempo me dio a entender que realmente toda esa gente acudía a celebrar, sin importar quien fuera el gobernante de turno, una fecha tan importante en nuestra historia republicana, que tiene mas connotaciones de las que hasta la fecha se han señalado, para que el país lograra su soberanía.

La victoria del 19 de Marzo, sin restarle los meritos históricos que merece, aún con todos sus errores, al General Pedro Santana, no se le debe a él, aunque sea su nombre el primero que aparezca grabado con letras de bronce en El Monumento erigido en el Parque 19 de Marzo, situado en el mismo corazón de la Placeta azuana. Se debe al genio y al ardor patriotico de un hombre que en si mismo, por sus origenes, nacimiento y vivencias, representaba mejor que nadie el espiritu de lo antillano. Y este punto debería servir de "referencia histórica", cuando como pueblo tratemos de considerar lo que es "ser dominicano", pués lamentablemente, y es algo indignante, hasta el derecho a la educación publica se le ha negado a los hijos de haitianos que nacen en nuestro país. El hombre grande en La Batalla del 19 de Marzo, fue un hijo de haitiano, y nacido en Hormiguero, Mayaguez, Puerto Rico, ¿pero quien osaría negar la DOMINICANIDAD del Coronel Antonio Duverge?

Y fue Duverge, quien en la finca de otro gran héroe de la citada batalla, Francisco Soñé, entrenó, con limitaciones de tiempo y de armamento, a una importante fracción de las tropas que participarían más tarde en la batalla. Los entrenó en Las Yayitas de Azua. Y fue Duverge, quien un día antes del primer choque de importancia entre haitianos y dominicanos, pensó que haciendo desfilar a esos hombres mal armados que constituian el batallón azuano, por las calles de la ciudad, serviría, como en efecto ocurrió, para levantarle la moral al pueblo y a los guerreros. Mucho se ha hablado del machete, como arma nacional, y de la importancia que tal manejo, enseñado por Máximo Gómez tuvo en las guerras independentistas cubanas; pués fue Duverge, y en Azua, en uno de los más criticos momentos de la Batalla del 19 de Marzo, quien desesperadamente hizo que la tropa recurriera al machete. Y finalmente, fue Antonio Duverge, quien el 18 de marzo de 1844 trazó, luego del desfile de sus tropas que había entrenado apresuradamente, el plan de batalla para el día siguiente.

La victoria del 19 de marzo es una conjugación de errores haitianos y aciertos dominicanos. Primer error: Desinformación absoluta en las filas haitianas, comenzando esta por el propio Presidente Charles Herard, quien desde San Juan De La Maguana le envía un mensaje al General Morisset, destacado en Santiago De Los 30 Caballeros, ordenándole ponerse bajo las ordenes del General Pierrot, y encontrarse con él, con Herard, en Santo Domingo de Guzmán. Pero Morisset ya había sido hecho prisionero por los dominicanos diez días antes. Primer acierto: Y estos aciertos de parte de los dominicanos, provocarían desaciertos en el adversario, la guerra de guerrillas llevada a cabo por los dominicanos en los mismos limites de la frontera, lo que provocó el retraso para llegar al escenario de la batalla, de la división que comandaba el General Souffrant. Segundo error: Herard continúa desinformado, y creyéndose estar apoyado por la columna de Souffrant, ordena atacar. Segundo acierto: Las piezas de artillería, que por ordenes de Duverge fueron muy bien camufladas en los alrededores de Azua, esconder de esta manera esas piezas, provocaría el segundo y fatal error de parte de los haitianos; pero antes de citar este, deseamos advertir que una de esas piezas, un cañón, a finales de la década de los 60s, o a principios de los 70s, fue desenterrado del patio de la familia Valeguaro, que vivía frente al Parque 19 de marzo, y que ese es el cañón que puede apreciarse empotrado en el Parque 19 de marzo, apuntando hacia Haití. El segundo error, y que muchos historiografos han considerado como imprudencia, lo cometió el General Thomas Héctor. Para nosotros fue un error, producto de lo mismo que señalaramos anteriormente, de la astucia de Duverge para esconder esas piezas de artillería. Una imprudencia jamás. Thomas Héctor, a pesar de su probado valor, y de su espiritu impetuoso, era un jefe guerrero suficientemente experimentado, para cometer una imprudencia como la que tanto, historiadores dominicanos, como haitianos le atribuyen. Y no fue una imprudencia, porque no todos los errores son productos de la imprudencia. Thomas Héctor, si nos situamos historicamente en el momento de su desacertada decisión, se sabía al mando de una tropa numericamente superior a la de sus adversarios; pero también sabía Thomas Héctor de los escasísimos recursos belicos de los dominicanos, y si a esto se le agrega que los haitianos venían ansiosos por someter a la parte este de la isla que se había declarado independiente, y se considera además, el impetuoso animo que siempre se le reconoció al viejo oficial haitiano, la decisión de atacar masivamente, no puede juzgarse de imprudente. El real valor histórico de este importante momento de la batalla del 19 de marzo, está en haber disfrazado tan admirablemente las pocas piezas de artillería de las que disponian los dominicanos, y esto se debe exclusivamente a Antonio Duverge. Francisco Soñé vería el cielo abierto cuando los haitianos decidieron atacar a carga cerrada, y su cañón, el mismo cañón, que como pieza de museo puede apreciarse en el Parque 19 de marzo, en Azua de Compostela, causó una mortandad horrible en las filas invasoras.Parque 19 de Marzo 4

¿Pero fue el anterior momento referido, la acción más importante de la Batalla del 19 de Marzo? No exactamente. Y no lo fue, porque más bien formó parte de la trilogía de momentos vitales para que pudiera darse el triunfo dominicano. Cuando las fuerzas bajo el mando de Thomas Héctor, compuestas en su mayoria por los ex Dragones de La Caballería de Jean Pierre Boyer, fueron casi aniquiladas por el fuego del cañón de Francisco Soñé, los regimientos haitanos #9, y #19 deciden atacar por el sendero de Los Conucos, lo que aparentemente se presentaba como la defensa dominicana más débil, y en realidad lo era. Sin embargo, la excelente puntería de los fusileros que comandaban Matías de Vargas, José Leger, y Feliciano Martínez, además del fuego de la otra pequeña pieza de artillería que poseían los dominicanos, pudo repeler el ataque.

En el transcurso de todas estas acciones, es preciso consignar que El General Pedro Santana, en compañía de su futuro rival político, Buenaventura Báez, se mantenian, más bien, observando el curso de los acontecimientos, desde la retaguardia, que participando activamente en la batalla. En tanto, el Coronel Antonio Duverge parecía tener el don de la ubicuidad y se desplazaba incansablemente de un lugar a otro, y gracias a estos esfuerzos de Duverge, se pudo lograr que definitivamente los haitianos decidieran retirarse derrotados. Esto ocurre cuando los regimientos haitianos #2, y #6, por el camino de El Barro, tratan de envolver a las tropas dominicanas, y es cuando el Coronel Duverge ordena la famosa carga al machete, sembrando terror y muerte en las filas haitianas, mientras que los fusileros de Nicolás Mañon, desde el Cerro Resolí apoyaban esa definitiva acción.

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