martes, 26 de febrero de 2008

Momentos Y Rostros/Del Libro Cantos Comprometidos/Otto Oscar Milanese

Momentos Y Rostros/Del Libro Cantos Comprometidos/Otto Oscar Milanese


1.

Mañanera usuaria del tren.

Esa mujer, café en manos,
que desdobla sin premuras las noticias,
la que a un último vagón se ha montado,
a primeras horas de sus rutinas.
Esa mujer que entre los ojos,
se traza un calendario de fatigas,
la que lleva un corazón mordido de horarios
bajo la piel lavada que Eternity respira.

2. El momento del quarzo.

Ese palpitar cambiante de minutos de quarzos,
te despertó,
y me arrojó de la cama,
nos arrojó sobre la boca rutinaria de la cotidianidad.
Latió la carne,
sufrimos la metamorfósis reglamentada por el horario,
y ya no fuiste tú,
dejé de ser yo,
fuimos prisa de pasos hacia el tren,
amalgama de rostros arrastrando un maquillaje de fatigas.

3. Cara de haitiano rumbo a los campos azucareros.

Te veo pasar, hermano haitiano, por mi pueblo,
llevándote el camión a donde quiso la miseria,
te veo pasar sin equipajes, y al regreso,
entre los ojos he de mirarte la tumba de otro sueño.
Y crece, haitiano amigo, entre nosotros,
una muerte emborrachada por la caña.
El viejo barracón que te escupió soles de fatigas,
sabe que tu sufrimiento es otra zafra;
esa zafra de menosprecios recibidos
que no se pesa en quintales
ni sale por el puerto;
una zafra de palos que te saca el canto en creole,
para que tus exangües manos negras
suban, y suden,
bajen, y suden
con la caña cortada
y no se agoten los trajines del ingenio.


4. Momento de salir.

Salir a la calle, no es siempre salir a la calle.
Se sale a la llovizna de un atardecer,
o al mediodía de un trópico,
o al viento de un invierno.
Se sale al compromiso de remedar la vida que se ha vivido ayer.
Salir a la calle, no es unicamente salir a la calle,
se sale a los olores,
al sol, al aire,
y a la cotidiana muerte de los pasos con su pasado de huellas.
Se sale al horizonte,
al futuro que enneblinan las cancerosas bocas de un millón de chimeneas
se sale a tiempo al tiempo que nos fijó la muerte.

5. Rostros ciudadanos.

Miremosnos bien,
parecemos exactamente lo que somos
sombras de pobres diablos,
adormecidos por la religión
y repetidos por la historia.
Miremosnos bien,
que no vamos a ir mas lejos
de encerrarnos a vivir con nosotros mismos,
con el olor de un amor entre los libros
y una inconsciente despedida para cada minuto.
Miremosnos bien,
que malamente alcanzamos a conocernos,
a pesar de la tarjeta de identidad,
y a los compromisos cumplidos diariamente,
a pesar del nombre con que nos nombran otras bocas.
Miremosnos bien,
y contemosnos entre los manipulados,
que buenamente pasamos por imbéciles,
un voto perseguido
y una voz desoida,
ciudadanos.

6. Momento detrás de una ventana sin futuro.

Detrás de esta ventana se dísputan la noche
la lluvia y el incesante ruido de los automoviles.
Detrás de esta ventana se pelean las calles,
los pasos y las sombras, las intenciones y las voces.
Dejad una ventana que se llene de luna
o de un principio de mañana llegando con el sol,
dejad una ventana que no ensucie el aliento
de veinte mil rutinas que vuelven a ser hoy.
Detrás de esta ventana comienza el progreso,
han roto sus cristales la enmarañada enredadera de la civilización,
rostros que maquinan el futuro,
transacciones,
estipendios,
factibilidades,
dejad que esta ventana se abra a la sonrisa
de un pobre amigo sin tarjetas de créditos,
dejad que esta ventana sea principio del vuelo,
que ignorando los planes, se contenta con ser sueño.

7. Rostro de sombra quinielera.

Alma de sueños y azar,
semanario de ilusión
que vende probables sonrisas
por un seguro sudor.
Entre las calles y las plazas
vagan los números de tu voz,
y la pálida fatiga,
y el hambre de porvenir,
van contándose miserias circulando en el reloj.
Andas vendiendo suerte, quinielero,
la sombra de tu alma es lotería
que vende premios por el precio
que deja la mesa de tu hogar siempre vacía.

8. Momento de ordenar.

Para que ordenaras el día ofreció la orden
desde la pulcra oficina de siempre,
desde el confortable reclinamiento en la butaca tras el escritorio,
y la voz huyó despersonalizándose a través de cables invisibles,
y fue obedecida, cumplida,
como cumplen los dedos secretarios sobre el teclado de las computadoras,
como cumple el enjuto mensajero que lleva y trae sobres lacrados,
o como cumple el día
con su circunspecto rostro de acida burocracia.

9. Rostro de una Altagracia.

El milagro de Altagracia es tan corriente,
cuatro hijos paridos y otro que viene;
pero la hermana allá en Azua
le envidia la suerte
de atrevesar el Canal de La Mona
burlando a la muerte.
La vida de Altagracia poquitos sueños tiene,
un marido que en fábricas
quema la vida por cheles,
y el walfare que la ayuda
al final no resuelve
esa suma de deudas que ambos pagan los viernes.



10. Momento de un sueño que se corta.

Duermes.
Un niño sueño juguetea sombras por tus parpados.
Un niño sueño es la única alegría que se asoma a mi.
Parado frente a tu cuna,
mi carne es un miserable sufrimiento,
un dolor a vida huyendo por las arterias,
parado frente a tu cuna,
todo el llanto se resuelve
en una tardía lágrima del Universo.
No te salgas del niño sueño que arropa tu sonrisa,
mas allá vive el hombre
y las miserias,
el trote pautado por los relojes,
mas allá,
han erigido murallas de razones,
y la soterrada muerte de existir.
No te salgas del sueño, cuna adentro
habita la única inocencia desmaquillada,
entre tus mantas vive el sueño sin apuros,
no te salgas..., mas allá sólo hay grises batallas diarias;
pero el sueño de la vida te despertará
a la prisa del reloj y a las rutinas,
a ese carnaval de mascaras y disfraces,
que maquillado de aberraciones y de incongruencias,
es la cara de Dios cuando lo abruma
la pesadilla del juego que inventó.



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